Hoy Domingo 18 de Octubre celebramos el Día del
DOMUND este año, con ocasión de la proximidad del Jubileo, bajo el lema
de “Misioneros de la Misericordia”.
El DOMUND o “Jornada Mundial de las Misiones”, es celebración de la
Iglesia Universal que tradicionalmente se celebra el tercer domingo de
octubre y quiere ser una llamada de atención sobre la responsabilidad de
todos los cristianos en la evangelización; es también una invitación a
amar y apoyar la causa misionera.
Este año, se quiere insistir, en el umbral del Año de la Misericordia
que ha convocado el Papa, en que misioneros y misioneras son
instrumentos y canales de la misericordia de Dios. A través de ellos el
Señor hace llegar su amor a los más pequeños y necesitados.
Cada gesto de misericordia, como muestra el cartel, es una “caricia al
alma” que hace resonar de nuevo, para quien lo recibe, la buena noticia
de que Dios está del lado de los humildes y de los que sufren, del lado
de cada hombre y mujer del mundo, de nuestro lado.
La misericordia es la identidad de Dios y de los misioneros y misioneras
que le anuncian y de quien dan testimonio; ellos, bajo el signo de la
Misericordia de Dios, acompañan con amor y paciencia el crecimiento
integral de las personas, compartiendo su día a día.
En su tarea evangelizadora, van al encuentro de todos para mostrarles a
un Dios cercano y misericordioso. Con su vida de entrega al Señor,
sirviendo a los hombres y anunciándoles la alegría del perdón, revelan
el misterio del amor divino en plenitud. Ellos viven una profunda vida
espiritual, que enriquece su mente y su corazón para reconocer la acción
del Espíritu, les saca de la estrechez de una espiritualidad limitada y
les abre a nuevos horizontes ilimitados, e indican el camino que cada
cristiano ha de recorrer como “discípulo misionero”.
Todo esto queda plasmado en el abrazo entre una misionera y una anciana en el cartel del DOMUND. La expresión de sus rostros es reflejo de un amor misericordioso, comprometido, recíproco, profundo. La imagen muestra que las obras de misericordia son el revulsivo para despertar nuestra conciencia, tan aletargada ante el drama de la pobreza, y entrar aún más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
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